2 y cómo el profeta, después de darles la Ley, ordenó a los deportados
que no se olvidaran de los preceptos del Señor ni se desviaran en
sus
pensamientos al ver ídolos de oro y plata y las galas que los envolvían.
3 Entre otras cosas, les exhortaba a no apartar la Ley de sus
corazones.
4 Se decía también en el escrito cómo el profeta, después de una
revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el arca; y cómo salió hacia el
monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios.
5 Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva;
allí metió la Tienda, el arca y el altar del incienso, y tapó la entrada.
6 Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino,
pero no pudieron encontrarlo.
7 En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: «Este lugar
quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea
propicio.
8 El Señor entonces mostrará todo esto; y aparecerá la gloria del
Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés, cuando Salomón
rogó que el Lugar fuera solemnemente consagrado.»
9 Se explicaba también cómo éste, dotado de sabiduría, ofreció el
sacrificio de la dedicación y la terminación del Templo.
10 Como Moisés oró al Señor y bajó del cielo fuego, que devoró las
ofrendas del sacrificio, así también oró Salomón y bajó fuego que consumió
los holocaustos.
11 Moisés había dicho: «La víctima por el pecado ha sido consumida
por no haber sido comida.»
12 Salomón celebró igualmente los ocho días de fiesta.
13 Lo mismo se narraba también en los archivos y en las Memorias
del tiempo de Nehemías; y cómo éste, para fundar una biblioteca, reunió los
libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los
reyes acerca de las ofrendas.
14 De igual modo Judas reunió todos los libros dispersos a causa de
la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos.
15 Por tanto, si tenéis necesidad de ellos, enviad a quienes os los
lleven.
16 A punto ya de celebrar la purificación, os escribimos: Bien haréis
también en celebrar estos días.
17 El Dios que salvó a todo su pueblo y que a todos otorgó la
heredad, el reino, el sacerdocio y la santidad,
18 como había prometido por la Ley, el mismo Dios, como
esperamos, se apiadará pronto de nosotros y nos reunirá de todas partes bajo
el cielo en el Lugar Santo; pues nos ha sacado de grandes males y
ha
purificado el Lugar.